Con esta canción, «Quién fuera», del cantautor cubano Silvio Rodríguez, me echó al bolsillo, o mejor, me robó el corazón, Álvaro Diego, mi difunto ex marido (ya estábamos separados cuando se murió), hace ya muchos años. Digamos que fue «nuestra canción». Todavía, al oírla pequeñas descargas de adrenalina me invaden el torrente sanguíneo. Hoy la busqué en YouTube y encontré esta versión.
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Otra canción que asocio con él es «Wish you were here», de Pink Floyd, porque esa era la que más le gustaba en la vida. A mí también me encanta. Inclusive, una vez, mientras estábamos sentados frente a la chimenea de la finca en la que vivíamos, mientras la oíamos, un par de lágrimas de emoción le rodaron por las mejillas. Y esa imagen se me quedó grabada en la memoria.
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Wish you were here
So, so you think you can tell Heaven from Hell,
blue skies from pain.
Can you tell a green field from a cold steel rail? A smile from a veil?
Do you think you can tell?
And did they get you trade your heroes for ghosts?
Hot ashes for trees? Hot air for a cool breeze?
Cold comfort for change? And did you exchange
a walk on part in the war for a lead role in a cage?
How I wish, how I wish you were here.
We’re just two lost souls swimming in a fish bowl,
year after year,
running over the same old ground. What have we found?
The same old fears,
wish you were here.
Este pequeño ataque de nostalgia me surge porque hace ya unos días cumplió seis años de muerto y desde hacía rato quería hacerle un minihomenaje póstumo virtual. Lo quiero y siempre lo voy a querer desde el recuerdo; pero es un recuerdo que ya no duele. Sobreviví, no hay duda.