Los primeros brotes de las plantas se asoman esperando el santo y seña para vestir de verde la primavera.
Algunas flores, anticipadas mensajeras, se abrieron tempranas para dar la bienvenida a la fiesta de colores.
Un punto de vista muy personal
Hay que protestar para que a los primos Nule, señalados como autores del llamado «Carrusel de contrataciones» irregulares en Bogotá, les den las condenas que en justicia les corresponda, sin maromas de leguleyos (mejor aún, a pesar de las maromas que puedan intentar hacer los leguleyos).
Sobre los Nule pesan cargos por falsedad en documento público, peculado por apropiación, fraude, cohecho y concierto para delinquir. Se les acusa de haber defraudado a más de 10 000 personas y de haber desviado hacia cuentas en el exterior más de 2000 millones de dólares que se les habían asignado para la ejecución de obras públicas.
Se les acusa de haber dejado abandonadas obras no solo en la capital de Colombia, sino en otras regiones del país.
Merecería más años de cárcel cualquiera de ellos que el asaltante que entra armado a robar un banco. Un atracador no alcanza a sacar en un asalto tanto dinero como, al parecer, se han embolsillado estos yuppies, que después de haber huido a Miami y a Roma, tuvieron que regresar a rendir cuentas a Bogotá ante la amenaza hecha por la fiscal Vivianne Morales de extender una circular roja de la Interpol.
Lo delicado es que los cargos contra ellos, que involucrarían a funcionarios públicos y al mismo alcalde de Bogotá, Iván Moreno Rojas –y que serían una oportunidad de excepción: la punta de la madeja para destapar el nido de ratas que subyace bajo las impecables curules de los ediles–, por esta misma razón están expuestos a distorsionarse o a desaparecer, debido al poder de corrupción para callar testigos, manipular o desaparecer pruebas, etc., situaciones que serían apenas lógicas si involucran a personajes de antemano corruptos o corrompibles.
Basta con decir que a los Nule se les acusa de destinar 4500 millones de pesos para pagos a funcionarios corruptos.
De no hacerse justicia, afuera les esperarían sus blanqueadas fortunas heredadas en vida por parientes (o por allegados) testaferros.
Más de un cerebro joven e inescrupulosamente ambicioso hará cálculos en voz baja, y habrá quien piense que por el premio vale la pena someterse a unos cuantos añitos de cárcel en una celda tipo Premium.