¡Cuánto añoro escribir! Paradójicamente, mi oficio, que gira todo el tiempo alrededor del Español, de escribir correctamente y de lograr que otros puedan comunicarse en mi idioma, ¡no me deja suficiente tiempo para aplicar para mí misma lo que pregono!
Eso no significa que no disfrute enormemente de lo que hago. En realidad, aprecio con los ojos abiertos todas y cada una de esas actividades que hoy dan forma a mi vida profesional, que se funden en un límite impreciso con mi vida personal y con mis pasiones. A veces me siento como una de esas niñas absurdamente ricas, llenas de juguetes, tantos que no sabe con cuál jugar.
La vida no me alcanza. Estoy llena de libros para leer, buenas películas para ver, palabras por escribir… Pero, como el hecho de estudiar sin pausa, de enseñar y de corregir libros están en la línea de fuego de mis actividades, como una avara que se sienta a contar sus millones, hago inventario de mis juguetes, los tomo del estante en el que reposan y desde el que nos hemos coqueteado, juego con ellos con gran deleite y luego los devuelvo a su lugar con delicado afecto.
Soy consciente de que cada clase que preparo y que dicto, de que cada duda que despejo en relación con el uso del Español, son utilidades que capitalizo para ese festín de escritura que me pienso dar cuando tenga el espacio para hacerlo.
Markota 