Archivo de noviembre 2010

¿Jubilar la tilde?

á é í ó ú

Reproduzco aquí un comentario que escribí en una interesante entrada publicada por Fabio Villegas Botero en Equinoxio, llamada «Las tildes al diccionario».

Han pasado veintiocho años desde cuando García Márquez nos regaló en Zacatecas ese bello discurso conocido como «Botella al mar para el Dios de las palabras», sobre la jubilación de la ortografía.

Yo me cuento entre los defensores de la tilde; sobre todo, por asuntos prácticos. Esta es mi explicación del porqué.

La tilde cumple una función bien interesante en el español: señalar gráficamente las excepciones a la regla. Los profesores de español les enseñan a los extranjeros que en nuestro idioma las palabras que terminan en VOCAL, N o S tienen el acento en la penúltima sílaba (margen, frase, martes). Esto quiere decir que si terminan en una letra diferente y no tienen acento gráfico (tilde), son agudas: coctel, misil, estructural, ardid, hablar, reloj, pertinaz.

Cuando se altera este principio, hay que señalarlo. Y una solución práctica para señalarlo es mediante un recurso gráfico, que en el español es la tilde: cóctel, mísil, árbol, camión.

¿Y cómo indicamos que esa palabra que termina en vocal no es llana sino esdrújula o sobresdrújula? La única forma conocida en español (salvo cuando el contexto evidencia el lugar donde debe ir la acentuación) es la tilde. Esto es fácil de verificar; para ello retomo un modelo que usaste: Hábito, habito, habitó. / Tráfico, trafico, traficó. / Término, termino, terminó. / Esdrújula.

Cuando tenemos juntas dos vocales cerradas (iu, ui), dos vocales iguales o una vocal abierta (a, e, o) y una cerrada, hay diptongo.

Para el caso de la abierta y la cerrada (sin importar el orden), el acento va sobre la vocal abierta (el diptongo se rige por las normas generales de acentuación): oiga, óigame, bonsái. Cuando se rompe esta regla, es decir, cuando el acento va en la vocal cerrada y no en la abierta, también se rompe el diptongo, y el resultado es un hiato, una ruptura de la sílaba.

¿Cómo indicamos, entonces, la presencia de este caso de hiato? Lo señalamos con una tilde, sin importar la posición del hiato: baúl, grúa, comía, ahíto (la h no afecta al hiato). Los demás hiatos (dos vocales iguales o dos vocales abiertas diferentes) se rigen por las normas generales de acentuación.

Alguien que no sepa de memoria dónde queda el acento de una palabra (sea un hispanohablante o un extranjero), muy posiblemente la acentuará basándose en la regla de la VOCAL, N y S. Por ejemplo: ¿dónde llevan el acento palabras como: barbajan, furfuraceo, aspalato, ambidos, etc.? No es lo mismo río que rio; fío que fio; confiás que confías; pelícano que pelicano; contrarias que contrarías.

Con respecto a las tildes diacríticas, son una solución para resolver los casos de ambigüedad, aunque no siempre son indispensables. Un ejemplo que les pongo a mis alumnos es:

Si Carlos y María compraron carros usados, ¿por qué compraron estos carros usados? ¿A qué se refiere <b>estos?</b> Necesariamente se refiere a los carros usados. ¿Y si quería referirme a Carlos y María?… Debo precisarlo con una tilde: ¿Por qué compraron <b>éstos</b> carros usados? Claro que otra opción sería reescribir la pregunta, y hasta quedaría mejor redactado.

Soy de los que escriben guion sin tilde: me parece que es consecuente con la norma, porque la U es muda y su función (salvo las variantes regionales señaladas por la RAE) es señalar que se debe leer como  G y no como J. En cuanto a lo de truhán, no lo sabía, no lo había notado y, ahora que lo leo, me parece que tiene toda la lógica, porque es un diptongo mediado por una H, en este caso tan muda y tan inútil como nuestro entrañable apéndice (al igual que la H de los hiatos ahíto, vehículo, búho, etc.).

En fin, la historia es más larga: faltan los triptongos y otras menudencias, pero mi objetivo básico era argumentar por qué en español el uso de la tilde tiene lógica y coherencia.

En otros aspectos de discusión que están en boga, no me gusta el «todas y todos», ni el «juez y jueza», no «coloco» casi nada y seguiré acentuando sólo (solamente), aún (todavía) y las palabras interrogativas para preguntas directas e indirectas, porque, ya sea por facilismo o por  moda, sería crítico prescindir de la diacrítica.

Un saludo virtual.

Mi definición de BlackBerry

Patética pandemia de autismo asociado a comportamiento esnob-obsesivo-compulsivo.

¿Arrepentidos por el escándalo de las ‘chuzadas’? No les creo

Las intercepciones que hizo el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, conocido como «el escándalo de las chuzadas (o pinchadas)», son un hecho en extremo escandaloso. Lo que pasa es que en Colombia hemos vivido tantas cosas extremas que hace rato perdimos la capacidad de asombro.

Según dice el artículo «Los arrepentidos», publicado por la revista Semana, los autores intelectuales y materiales que orquestaron esta infiltración (que buscaba recopilar material para desprestigiar a los magistrados y a otros personajes) han sido sometidos a condenas que rondan los ocho años. No solo me parece  corta esta condena para castigar hechos tan graves, sino que no les creo.  Todos lucen tan arrepentidos por lo que hicieron… y hasta les piden disculpas a sus familias, como si ellos mismos hubieran sido unas víctimas.

Pero, si su trabajo era hacer inteligencia por orden del Gobierno, es una paradoja que hubieran obrado ingenuamente. No me cabe en la cabeza que ninguno hubiera tenido el menor criterio para pararse a reflexionar un poco sobre lo que estaba ocurriendo.

¿Qué buscan con sus confesiones? ¿Empezar a recobrar pita para lograr rebaja de penas y obtener una pronta excarcelación? Aunque la sentencia precisamente, y no solo, por lo absurdamente corta debería ser inapelable, algo me dice que algunos de ellos (seguramente los autores intelectuales) apenas olerán el cemento de las celdas, porque la rebaja de penas: por colaborar con la justicia, por buen comportamiento, por tender la cama, por lavarse los dientes todas las noches, etc., les permitirá retornar muy pronto a las calles exonerados de culpas. ¿O es una contraofensiva orquestada para desprestigiar a Uribe? (No soy uribista, pero tampoco soy ciega). Y sí es así, ¿cuál es el colofón de esta estrategia (que podría extenderse allende las fronteras…)?

Las ‘chuzadas’ son ciertas, de eso no cabe duda. Pero me producen desconfianza no solo las confesiones de los acusdados, tan similares en los términos utilizados y tan sincronizadas en las acusaciones, sino sus reiteradas disculpas públicas a Piedad Córdoba (las actuaciones de ella han sido suficientemente públicas como para pretender desconocerlas).

En cuanto a lo que le pueda esperar a Uribe, sus detractores no necesitarán de estas ‘ayudas’. Ya estamos empezando a asistir a la develación del trasfondo de su uso del poder (no usaré el sustantivo ‘abuso’, para evitar hacer un juicio de valor). En mis clases de redacción les doy a mis alumnos un taller sobre el uso de la tilde que se llama: «El juicio de la historia». Es un artículo que tomé de internet, y que dice que el paso del tiempo va permitiendo tomar distancia y decantar el balance de las actuaciones de los gobernantes, para ir concediéndole a cada ex presidente el lugar que le corresponde en la historia. Uribe también tendrá el suyo.


Un punto de vista muy personal

Este es el blog de Marta Restrepo. En él se expresan todas las Martas que me habitan: la racional, la emocional y todas sus subdivisiones.

Algo sobre mí

Entrevista en equinoXio, en la columna de Lully: "Al desnudo en mi balcón".

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