Sin fronteras, una degustación de cine no comercial

Solo vi unas pocas películas, que me encantaron. Podría pensar que para qué hablar de lo que ya pasó si ya es tarde para contagiar a otros del gusto que me produjeron las películas que alcancé a ver en el festival de cine SINFRONTERAS, que acaba de concluir en Medellín. Pero quiero hablar de ello, con la esperanza de que tal vez algún día yo pueda volver a verlas y de que quienes lean este post corran a verlas si tienen la oportunidad en un futuro.

Este festival fue un corto viaje, una degustación del cine no comercial que se hace en el mundo.

Hubo algunos bemoles comprensibles, como Oro Carmesí, la película iraní dirigida por Jafar Panahi que nos presentaron en formato de video. ¿Resignación? No lo creo. Espíritu práctico. Prefiero eso que nada.

Alguien comete un homicidio, presionado por un desenlace inesperado en medio de un atraco. Así empieza esta historia que pone de relieve las diferencias sociales y culturales y la condescendida represión político-religiosa en el Irán contemporáneo, donde conviven la burka y la pizza.

Una película extraordinaria: Stand By. Es la Opera Prima del director francés Roch Stephanik. Es la historia de una mujer que enfrenta el abrupto abandono de su marido en medio de un aeropuerto. Allí él la deja y allí mismo, mientras espera, de una forma instintiva la protagonista se ensaya en este inesperado ejercicio que le representa vivir por y para ella. Es hermoso: En un «Simzalabim», la actriz cambia de de rostro. La dulce y abnegada esposa es lanzada a la vida. Y sobrevive.

Excelentes la historia, el guion, la cámara y la actuación de su protagonista, la actriz Dominique Blanc.

Agua… Esta película Hindú, de la directora india Deepa Mehta me dejó un hueco en la boca del estómago. Si, como escribí en un post que publiqué en EquinoXio sobre el Día de la Mujer, hay lugares del planeta donde las mujeres valen menos que un cordero, en algunos lugares de la India las viudas valen menos de lo que valen esas mujeres… Es una historia cruel sobre la vida real, pero presentada con un formato más bien comercial. Como dijo alguien al salir del teatro: «Está hecha para conmover».

Vi también la película brasilera El año en que mis padres salieron de vacaciones, que transcurre en 1970. Aquí se combinan el fútbol, la represión política y la visión del multiétnico Sao Paulo, narradas a través de la voz y los ojos de un niño que espera con testarudez el regreso de un interminable y anómalo viaje de vacaciones que emprendieron sus jóvenes padres.

Otra delicia para los ojos y para dejar volar la imaginación del gusto y el olfato es la película griega El sabor de la vida, dirigida por Tassos Boulmetis, nacido en Constantinopla (Estambul). Esta historia, con un trasfondo político, nos cuenta cómo todo, hasta el sistema solar, se puede aprender a través de los sabores y las especias.

Etc… Y, aunque me faltaron muchas otras por ver, ¡qué gusto me di!